En los últimos años se ha generalizado el empleo de los pavimentos continuos de hormigón, que hasta hace bien poco se circunscribían a usos industriales y comerciales fundamentalmente, pero actualmente se han extendido a casi todos los usos, incluyendo el de vivienda, con la consiguiente aparición de distintos materiales que por lo que venimos observando han generado cierta confusión en cuanto a su nomenclatura, usos y características técnicas. En el presente artículo trataremos de explicar las diferencias entre los cuatro materiales de este tipo más extendidos en este momento en la construcción.
Nos centraremos exclusivamente en los pavimentos continuos de hormigón, dejando al margen otro tipo de pavimentos, también continuos, pero que nada tienen que ver con estos, al tratarse de materiales completamente distintos, como puede ser el caso de las resinas de poliuretano, las resinas epoxi, y otros muchos pavimentos continuos que nada tienen que ver con el hormigón.
Los cuatro materiales a los que hacíamos referencia son los que se exponen a continuación:
Hormigón pulido. Se trata de la solución más tradicional al ser la que más tiempo lleva utilizándose. La diferencia fundamental con el resto de los materiales tiene que ver con el espesor ya que en este caso hablamos de una solera de hormigón, nueva o antigua, a la que se le da un tratamiento superficial de pulido con una máquina pulidora, para conseguir un brillo natural y una perfecta planimetría, aplicando en su superficie distintas capas de rodadura con distintas adicciones de minerales, resinas y pigmentos para darle la terminación deseada. Es importante tener en cuenta que al tratarse de una solera de hormigón con un espesor mínimo de en torno a 8 cm serán necesarias juntas de retracción en paños no superiores a los 20 m², es decir, cada 4,5 m necesita una junta de dilatación, por lo que en la práctica no se trata de un pavimento continuo propiamente dicho. Decir además que con este mismo sistema constructivo se pueden conseguir otro tipo de acabados superficiales distintos al pulido como pueden ser los hormigones desactivados (de árido visto), los hormigones impresos, los pulidos con ácidos (producen cambios de color), hormigones cepillados (muy antideslizantes gracias al cepillado con escoba de carretero) etc.
Mortero autonivelante. En este caso si hablamos ya de un pavimento continuo propiamente dicho, sin juntas y con un espesor relativamente bajo, normalmente varía entre 5 y 15 mm. En realidad se trata de un mortero tradicional con aditivos para dotarlo de una mayor fluidez, generalmente anhidrita y fluidificantes. El mortero autonivelante del que hablamos aquí como pavimento continuo es en realidad una evolución del mortero autonivelante que se viene utilizando desde los años 70 con espesores mínimos de 3 cm y como soporte para un acabado posterior que ha dado a paso a un material que se resuelve en menos espesor y sirve como acabado final. Sería este el primer mortero que se ha estado utilizando como pavimento continuo acabado y el que nosotros en su momento elegimos para resolver el suelo de nuestro estudio. Si bien comentar que la calidad del acabado dista mucho de la conseguida con los materiales que vienen a continuación, debido a la presencia importante de marcas de agua y a la habitual aparición de fisuras.
Microcemento. Este material es claramente la última tendencia en revestimientos continuos dadas las múltiples ventajas que nos ofrece. Se trata normalmente de un revestimiento bicapa (microcemento en polvo y resinas) colocado sobre una malla, con una gran resistencia y flexibilidad, lo que elimina el problema de las fisuras tan comunes en el mortero autonivelante, sin juntas y que permite su aplicación en casi todo tipo de superficies y tanto en suelos como en paredes y techos, además de en multitud de elementos de mobiliario o decorativos como pueden ser escaleras, sanitarios, duchas etc y todo ello con unos espesores muy reducidos que suelen variar entre 1 y 3 mm. Se presenta además en una amplia gama de colores y es completamente impermeable además de poder conseguirse en acabados antideslizantes lo que lo hace apto también para exteriores, habiéndose extendido su uso en zonas de piscina. Su aplicación es bastante sencilla y prácticamente artesanal sin necesidad de ningún tipo de maquinaria pesada.
Cemento pulido. Se trata de un material cuya nomenclatura tiende a confundirse con el hormigón pulido del que hablamos con anterioridad pero nada tiene que ver con él. En este caso no es más que una evolución del microcemento compartiendo con este todas sus ventajas y diferenciándose de él fundamentalmente en que no necesita malla para su aplicación consiguiendo la adherencia con puentes de uniones, el árido es de mayor tamaño, tiene mayor resistencia a compresión y el acabado es aun más uniforme disminuyendo aun más la aparición de marcas de agua.. Su composición es a base de cementos seleccionados, arenas finas, resinas, coadyuvantes y pigmentos naturales. Se aplica con dos finas capas de un grosor total de 2 mm y de forma manual con llana. Se pueden conseguir superficies de hasta 500 m² sin juntas de dilatación. El acabado final así como los usos posibles no difieren prácticamente de los del microcemento.